martes, 15 de marzo de 2011

Abandono de Camaná no fue por causa de los zancudos

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Tengo que confesar que asi como usted que con sus ojos recorren éstas lineas tal vez sorprendido quien esto escribe, tenía por concepto precario, remoto e incipiente que los españoles que fundaron Camaná huyeron apresuradamente de aquí, porque un grupo de salvajes zancudos atacaron a los visitantes, proliferando entre ellos el paludismo, haciendo insostenible su presencia en Camaná. Sólo el hecho de internalizarme en el estudio de la férrea defensa vastamente documentada por el Doctor Morante, quien niega que fueron las causas de insalubridad de Camaná las que provocaron el traslado de los españoles a Arequipa, es que hoy puedo apreciar el verdadero motivo que que promovió a los conquistadores el abandono de ésta ubérrima y noble villa y desterrar plenamente aquella idea que desde niño me fue trasmitida por algún error de interpretación o tal vez porque algún lector apresurado, sólo se retuvo en algunos párrafos del notable historiador, difundiendo este concepto en forma distorsionada de generación en generación.

Todo empieza con la solicitud de los comisionados del cabildo o concejo provincial, quienes viajan a Lima con el pretexto de solicitar “mercedes”, es decir favores en benefico de la villa, pero lo que en realidad trataron fue el traslado de la villa hacia Arequipa, sin embargo a Pizarro la solicitud efectuada por los representantes del cablido, no le convencía ni le parecía lógica, ya habiamos mencionado anteriormente que el designio de Camaná como ciudad de enlace al él le parecía estratégica y su visión de conquistador no le permitia dejarse arrastrar por apasionamientos románticos, pero ante la insistencia de los mensajeros quienes alegaban causa de insalubridad para el inminente retiro, el marqués Pizarro, gobernador del Perú, dudoso  y remolón, vacilante y pensativo y tras meditación sesuda e incertidumbre dilatada, el conquistador encuentra la fórmula que satisfacía la petición de los vecinos quejosos y por otra parte mediante un giro diplomático entrega a la decisión del pueblo la suerte del paraje marino mediante  la provisión o decreto del  de junio de 1540 en la que disponía la realización de  un plebiscito en Camaná en el que se le consultaría a cada vecino si deseaba o no abandonar la provincia en ese mismo documento anotaba puntualmente:

Yo os mando que luego de este mi mandamiento recibais, junteis a todos los vecinos que tienen indios que allí estuvieren a la sazón los religiosos y médicos que alli hubieren y con juramento que primero recibais y para ello tomareis frente a escribano el parecer de cada uno si el valle de Arequipa lo tienen por más sano que el de Camaná para los indios de la sierra y si los pareceres fueran que dicho valle en Camaná es mas sano la dicha villa se quede en el y ejecutareis luego el trazado de la ciudad que os envío  y si hubiera mas votos que el valle de Arequipa, es más sano para dichos indios yo os mando que con toda brevedad hagais salir del valle de Camaná a todos los vecinos y personajes que en el hubiere, trasladando consigo sus enseres y bienes y  vais al valle de Arequipa y asentais la dicha villa en el valle del Collasuyo y ejecutad dicha traza en el lugar que mejor os pareciere y yo en tal caso daré por ninguna la población en el valle de Camaná, lo cual haced cumpir so pena de mil pesos de oro para la cámara de su majestad.
Dado en la ciudad de los reyes a seis dias del mes de junio de mil quinientos cuarenta”.

Cabe anotar una vez más, que después de haber leido la provisión referida, es facil advertir la buena disposición del marqués en favor de la villa de Camaná, ya que junto  con ella envía el plano para que se ejecute luego el nuevo trazo urbano en el caso que los vecinos manifiesten su parecer favorable al valle de Camaná, en cambio si la opinión del vecindario resultaba contraria, el tono del marqués es muy distinto cuando dice que establezcan la villa donde mejor les pareciere y no envía el trazo de la nueva ciudad a su teniente gobernador como si lo hizo para Camaná

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