A este notable ciudadano español, nacido en la villa de Medellín, provincia de Badajoz, Camaná le debe el tributo de su vindicta, ya que fue el principal propulsor de que Camaná se ubique donde actualmente está. A diferencia de Garcí Manuel de Carvajal a quien tanto recordamos y que fue cómplice y gestor del abandono de Camaná por intereses personales, éste apenas recordado y casi nunca nombrado, ni en calles ni plazas de nuestra provincia, fue un reputable hombre de destacada reputación, dado que el doctor Morante, escudriñoso investigador de los orígenes de Camaná, lo llama tal como lo describe el acta de la época, “El muy magnífico señor licenciado” además se refiere a Alonso Martinez de Rivera quien fuera a su vez padre de Diego martinez de Rivera, primer poeta que tuvo Arequipa, de la siguiente manera:
“Nuestro fundador fue una de esas raras excepciones entre el prodigado número de aventureros que vinieron de la península, su tino administrativo y su sagacidad comprobada, a lo que hay que agregar su don de gentes, fueron cualidades que influyeron en el ánimo del Virrey, para prorrogar su mandato como corregidor y para luego enviarlo a Chile como consejero de su hijo, Don García Hurtado, sobre quien pende las responsabilidades de gobierno”
Dada la descripción de su nombradía y comportamiento generoso, podemos anotar que estre ilustre personaje ha de permanecer en el recuerdo grato de los ciudadanos de la provincia por contribuir a la reimplantacion de la vida civil, política y religiosa del valle hasta el dia de hoy, ya que de no ser por su gestión, Camaná en la actualidad, luciría como un paraje más de nuestro litoral sepultado al olvido.
Al igual que Pizarro, el Virrey Hurtado de Mendoza, era un convencido de la importancia y veleidad que para él tenía la villa de Camaná, pese a que luego de la segunda fundación, hubieron en Arequipa quienes se opusieron a la misma, viajando a Lima el procurador Gómez Hernandez, con el fin de gestionar la nulidad de la fundación, a lo que Hurtado responde esta gestión el 24 de julio de 1558, no solo con la negativa de dicho pedido, sino en cambio establece con precisión los linderos exactos de la nueva villa costeña.
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