Los ciudadanos asentados en la villa de Camaná habían sorteado el verano, el otoño, superando la gran trocha del invierno. En su estancia habían esclavizado y sometido a los indios, quienes constituian la mano de obra en los fundos y haciendas que fueron distribuidos en la repartición de tierras y propiedades de el inmenso valle, en tanto que la explotación inmisericorde de los aborígenes , la fortuita emigración de los naturales hacia los asientos mineros, el sometimiento a torturas que rozaban ligeramente con la muertre, la huída y el refugio de nuchos de los indios en los cerros alternos y montañas y demás razones ya mencionadas, causaron una disminución significativa de la mano de obra.
Sin el elemento demográfico autóctono, los españoles no podían subsistir, los gobernados de Pizarro, amantes de la vida facil, nobles y soberanos dotados de una pulcritud y fineza singular, solo vivían de la explotación de los naturales, quienes se encargaban de las más rudas tareas del campo; al disminuir éstos y con la prosapía de jamás realizar ellos actividades forzadas, trataron de acercarse al ande donde abundaba más la mano de obra y habia la expectativa de mayores tierras.
Ante tal amenaza, y después de haberse reunido en un cabildo informal, se dirige una comitiva a Lima para tratar el tema con Francisco Pizarro a quien con ardides falaces y elaboradas pensadamente, tratan de convencer haciéndole ver que en Camaná tanto indios como españoles sucumbian ante una gran epidemia llamada paludismo, que cientos de mortiferos zancudos atacaban sin piedad a sus vistantes.
Al parecer los encargados de fundamentar esta versión, no tenían el talento suficiente para sostener por verdad la inconsistencia evidente de su relato, tanto asi que en primera instancia y como es lógico suponer, el marqués no les cree, ya que como señala el doctor Morante, Francisco Pizarro desconfiado de la petición de sus compatriotas, no procedió de forma absolutista autorizando de hecho el traslado de un valle a otro, sino que anticipándose a su época, dispone tomar previamente el parecer de los vecinos, lo que siglos después ha dado en llamarse libre determinación de los pueblos.
Dadas las malsanas intenciones de los comisionados, podemos colegir que este plebiscito que decidió la salida del pueblo de Camaná pudo tener vicios o iregularidades. La ausencia de datos precisos nos impiden afirmar o negar tal posibilidad, pero del plebiscito realizado el 20 de julio de 1540, podemos establecer las siguientes hipótesis:
En primer lugar en la versión presentada por el doctor Morante no aparece el escrutinio específico de la cantidad de vecinos votantes a favor y/o en contra del abandono de Camaná, es posible que hayan habido 40, 60, 70 u 80 españoles y como es de suponer no todos necesariamente han consensuado en la idea de salir de Camaná. Posiblemente este acto haya sido promovido por una pequeña camarilla deseosa de riqueza y poder.
En segundo lugar al no especificarse el numero exacto de plebiscitados, tampoco podemos afirmar que la salida de Camaná haya sido por contundente acuerdo de los vecinos, ya que como podemos apreciar en las elecciones de la actualidad y en las consultas de esta naturaleza, la decisión del si sobre el no y viceversa puede definirse inclusive por la diferencia de un voto.
En tercer lugar podriamos considerar la posiblidad de consenso absoluto de los españoles por abandonar Camaná y por ende atribuir al pueblo su deserción, hay que recordar que Camaná estaba poblado por un numero mayor de indios, que por residentes españoles como versan los alegatos de todos los historiógrafos de la época, pero estos se encontraban subyugados como propiedades y enseres al igual que el ganado y esta demás decirlo, no tenían la más mínima opción de opinar y participar en las decisiones de los conquistadores., por lo mismo no se pude aseverar que los indios, por ese tiempo auténticos camanejos, estuvieran dispuestos a abandonar el valle.
Y en último lugar pesa el hecho de que el acto de escrutinio se decia a viva voz y en forma secreta era registrado y supervisado por los propios interesados en dejar el valle, siendo el objetivo principal convencer a Pizarro mediante este documento para sentenciar el “abandono del valle” y dirigirse en busca de nuevas tierras a Arequipa.
Luego de observar los resultados del plebiscito, los bellacos logran su objetivo y pese a la voluntad de Pizarro en favor de la estabilidad de la Villahermosa en la ciudad de Camaná no le queda otro camino, sino cumplir la decisión de los vecinos de Camaná a favor del traslado de la villa al paraje de Arequipa.
SUS ACCIONES LOS DELATAN
La historia, vigía imperecedero de los actos de los hombres a través de los tiempos, nos hace notar lo tendencioso que resultó la estratagema elaborado por los ambiciosos españoles para alejarse del pueblo de Camaná, ello se puede apreciar de manera diáfana cuando concluído el plebiscito y aceptada la sentencia por Pizarro, estos hacen caso omiso a su gobernador, ya que el Marqués en la provisión del seis de junio sentenciaba enfáticamente, en el sentido de que si el valle de Arequipa es mäs sano que el de Camaná- refrendado asi tras el plebiscito –
“Yo os mando que hagais salir de ese valle a todos los vecinos y otras personas que en el hubiere y para aquellos que incumplan les pongais las penas que os pareciere”.
Ni su teniente Garcí de Carvajal, ni su alcalde Juan de La Torre, ni los demás dirgentes y pudientes de entonces, gestores del traslado de la villa, cumplieron con tal mandato, porque ellos se trasladaron a Arequipa, pero el primero deja sus haciendas, ganados e indios a cargo de su partidario Juan Gallego. El segundo continúa poseyendo y explotando las lomas con la cria de su ganado, lo mismo que Noguerol Ulloa mediante su mayordomo; Diaz de betanzos, el famoso cronista, también hizo lo propio. La codicia de los chapetones no podia resignarse a perder el precioso florón que significaba el valle de Camaná a pesar de ser tan insalubre como decían, “lugar de castigo para los indios, con zancudos bravos” como se alegaba.
Todo fue política, mentira, ambición lo que querían los vecinos pudientes fundadores de Camaná, fue mas tierras en Arequipa, tal cual las consiguieron, sin dejar las de Camaná. Este valle fue desde tiempos del incario la colonia de mitimaes enviados para cultivar aji y otros productos que no daban en la sierra y tambien para extraer el abono blanco de las islas, puntas y barrancos de su extenso litoral. El alegato de insalubridad del valle que sirvió de bandera para quitarle la prestancia oficial, fue solo un pretexto ambicioso, los españoles ociosos y jugadores ostentosos de una vida facil y dispendiosa fueron los responsables directos del traslado de la villa a Arequipa no un grupo de “minúsculos espadachines” cuando esta ampliamente demostrado que fue la conquista española la que trajo consigo su secuela de humillaciones, torturas, injusticias y exterminio del pueblo indígena, dueño del suelo conquistado.
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