martes, 15 de marzo de 2011

Camaná, cuna de personajes ilustres


LORENZO HIPÓLITO GONZALES PASTOR

Nace en Camaná el 13 de agosto de 1782, hijo del Capitán  Manuel Gonzales y doña Francisca Pastor.
Lorenzo Hipólito, también conocido como Lorenzo Román Gonzales, fue un pródigo y combatiente militar que alcanzó el grado de coronel, gracias a su valentía y sacrificio, puestos a prueba y valor único. Su espíritu combativo, el mismo que lo llevaba a seguir adelante, pese a sus lesiones o heridas a flor de piel, generó que lo apodaran “Pecho peruano”, en virtud a tales características. Como señala Juan Gordillo en su “Historia del asesinato del General Salaverry”,  lo que nos da fé de su valía:

“Dedico esta obra a la memoria del coronel Lorenzo Román Gonzales que en su vida puesta al servicio de la nación, éste ilustre vencedor de Junín, Ayacucho, Uchumayo, Yungay, Dos de Mayo y otras acciones de miras y ponderación”.

El testimonio de sus acciones puede apreciarse con claridad en las anotaciones del historiador de Salaverry, Manuel Bilbao, que dice:
“El coronel Lorenzo Gonzales estaba de turno cuidando el puente por donde debía pasar Santa Cruz, pero como resultaba molestosa tal vigilancia, mandó Salaverry, a las dos de la mañana a la columna ligera que comandaba el Coronel Lorenzo Gonzales y estaba de turno se retirase al acto. La toma del puente Uchumayo era muy difícil para los Bolivianos y al intentarlo perdieron mucha gente, por eso el general boliviano Ballivián ordenó tocar retirada, entonces cuando los bolivianos huían, el coronel Gonzales encimó a las tropas enemigas hasta la conclusión del desfiladero sin haber recibido lesión ni él ni sus tropas...


ANDRES SEGURA

Quien nació el 4 de febrero en Yauca, antiguo distrito septentrional de la provincia de Camaná. Si es cierto que no vió la primera luz en el valle de Camaná, en cambio vivió muchos años entre nosotros, contrajo matrimonio con una de nuestras damas, la sra. Felipa de la Cadena,  camaneja 100 %.
Entre los episodios más importantes de su vida militar, en 1841, Segura tenía sólo el grado de Capitán, y en enero del indicado año era jefe del regimiento “Húsares de Junin”, que a la sazón se encontraba en Arequipa.

Habían pasado recién dos años del triunfo de la restauración sobre la confederación y se enfrentaba con audacia juvenil a la victoria de la primera, el movimiento de los militares jóvenes al mando del general Mariano Ignacio de Vivanco, con el nombre de regeneración. Desleal e ingrato Vivanco con Gamarra, que lo hizo prefecto de Arequipa, se subleva contra él, el I de enero de 1841, acusando a su protector de haber subido al poder protegido por las bayonetas extranjeras y de haber violado la Constitución de 1834.

 El 17 de enero del año 41 estaban listos los regeneradores para emprender  la marcha sobre Lima, cuando se supo que el General San Román, comprometido con Vivanco, reaccionó a favor de Gamarra; ante esta situación el regimiento “Húsares de Junín”, que estaba en momentos de emprender la marcha sobre Lima, se pronuncia el 20 de enero a favor de Gamarra, a iniciativa del capitán Andrés Segura, que vuelve las espaldas a Vivanco, con quien se había comprometido, pero comprendió que en todo caso debía estar con el gobierno legal. Esta actitud de Segura, permite que las autoridades gobiernistas vuelvan a sus puestos 6 días después de haber sido abandonados.

En conclusión, si el Capitán Andrés Segura, el 20 de enero de 1841, no hubiera reaccionado a favor del gobierno de Gamarra, haciendo que el regimiento “Húsares de Junín” se pronuncie en su favor, el movimiento de los “Regeneradores” de Vivanco hubiera ganado mucho tiempo en la marcha que se proponía sobre Lima y en la propaganda en la región sur.

Otro episodio de la vida de Segura está íntimamente ligado con la aventura del buquecito del “Talismán” en el que vino de Chile el 10 de octubre de 1874 con 48 hombres, todos a las órdenes de don Nicolás de Piérola, desembarcaron en Pacocha y tomaron Moquegua. Manuel Pardo que estaba de presidente de la República, entrega el poder al vicepresidente y se dirige al sur a combatir a los revolucionarios, entre los que estaba el General Segura, ocasionándole perturbaciones y celos al caudillo, pero fueron derrotados por Piérola el 6 de diciembre de éste año, en el combate de “Los Ángeles” que fue apresado por el Huáscar, al mando de Grau.
El General Segura combatió en la batalla de Miraflores, haciendo frente al enemigo invasor, en su condición de artillero y guerrero líder a la edad de 70 años, cuando ya muchos combatientes declinan estar al frente de la batalla, demostrando entereza y arrojo en pro de la defensa del sagrado bicolor nacional.
El General Segura, murió en Lima el 8 de setiembre de 1886 a la avanzada edad de 75 años, sus restos reposan en un hermoso mausoleo de mármol blanco con el busto del extinto en la parte superior y con letras negras tiene éste epitafio “General de Brigada Andrés Segura. Nació el 4 de febrero de 1811, falleció el 8 de setiembre de 1886, concurrió a cinco batallas nacionales y varias acciones de guerra” la Constitución nacional por ley del 12 de setiembre de 1857 lo condecoró con una medalla como defensor de la Constitución de 1856..

Dr. MARIANO SALAZAR CALDERÓN GUTIÉRREZ,

Nació en Camaná el 10 de febrero de 1850, sus padres fueron Fermín Salazar y su madre María Gutiérrez, sus estudios de primeras letras los hizo en el caserío de Moquegua Arriba, donde la sra. Mercedes Crevocier de Gonzales, de allí pasa a la escuela del maestro Araníbar, que funcionaba en el local de la antigua iglesia de la Merced, de aquí pasa al caserío El Monte, donde tenía su escuela don Juan Bautista Gonzales. En 1865 viaja a Lima y en el año siguiente se matricula en el Colegio Normal Central.

En este año surgen las dificultades con España y, entusiasmados los adolescentes del Normal Central, en numero de 20 presentan una solicitud al director del colegio para que les permitan prestar su contingente de sangre en las defensas del Callao contra la escuadra española que comandaba el Almirante Costo Méndez Núñez. Se les concede el permiso solicitado y nuestro coterráneo Salazar Calderón es destacado a la batería “Pueblo”. De aquí se dispara contra la corbeta española

“La Numancia” obligándola a salir de combate para repararse y volver a disparar contra la batería Pueblo que al dar en el blanco es inutilizada, en tal situación los defensores se ven obligados a trasladarse a la torre de la Merced.

 Estando en el interior de ésta, una fuerte conmoción los obliga a salir al exterior, vieron entonces que los cañones habían sido desmontados de de sus cerreñas, varios heridos que proferían quejidos y muerto el Ministro de Guerra, don José Gálvez.
Muchos heridos fueron trasladados al hospital, mientras que nuestro paisano seguía en pie, hasta ese momento del combate había sido alcanzado en la batería Pueblo por una ráfaga de metralla en el pie derecho; por su amor por la patria, su entusiasmo en la lucha empeñada, no le habían permitido percibir dolor.

 Luego de tan fragorosa lucha con la intensificación del malestar y la pronunciación de la herida, el valeroso joven combatiente es trasladado a Bellavista y de ahí al hospital de San Bartolo de Lima...recuperado de sus heridas continúa sus estudios en Lima, en el año de 1874 retorna a Camaná, donde es nombrado subprefecto a la edad de 24 años, se gradúa enseguida en Arequipa de Abogado y culmina sus días en Camaná ejerciendo el cargo de Juez en Primera Instancia, no sin antes participar activamente como revolucionario cacerista en el año de 1899, fallece el año de 1935 a los 85 años de edad...



JOSE CAMILO VALENCIA PACHECO

El héroe José Camilo Valencia, nace en Camaná el 25 de julio de 1837, del matrimonio de don José Anselmo Valencia y doña Dominga Pacheco, la carrera en las armas la inicia el año de 1855 a la edad de 18 años. Valencia sienta plaza de Sargento segundo distinguiéndose en el batallón “Callao”. En las revoluciones de Castilla contra Vivanco y de éste contra Castilla, Valencia acompaña al Gran Mariscal y asiste al combate de las siete combas a órdenes del Mariscal San Román y remata esta campaña asistiendo al asalto y toma de Arequipa los días 6 y 7 de marzo de 1858, hombro a hombro con los grandes guerreros peruanos con quienes le tocó actuar más tarde. Posteriormente, hace la campaña contra la invasión española de 1865 a órdenes del General Pezet. Asiste a la batalla y toma del Morro de Arica el 8 de mayo del mismo año, a órdenes del coronel Gabriel Ríos.

Después, y ya contra la escuadra española que ataca al Callao, Valencia asiste al combate del dos de mayo a órdenes de Mariano Ignacio Prado. Dos años después actúa a favor de Pedro Diez Canseco. En 1872 apoya y sostiene las leyes de la República a bordo del monitor “Huáscar”, el 22 de julio bajo el comando del entonces Capitán del Navío Miguel Grau. En 1875, obedeciendo órdenes del Coronel Buenaventura Aguirre, asiste al combate de “Puruguay” el 12 de enero de ese año.

Hasta aquí los antecedentes militares del camanejo Valencia, alternado con brillantes estudios y acciones heroicas llevadas a cabo con el propósito de ascender, hasta  que consigue los galones de Capitán de Infantería, ascenso que coincide con la infausta guerra con Chile de 1879 y nuestro paisano se apresta a ir a la vanguardia de las tropas y bajo las órdenes del General Buendía, con ese entusiasmo y fe que tanto alienta a los predestinados a alcanzar el laurel de la inmortalidad.

 Después de la batalla de Dolores y emprendida la retirada a Tarapacá, las dos divisiones que se mantenían íntegras y ordenadas, constituyendo el eje alrededor del cual debía girar todo el ejército peruano, eran las que comandaba el entonces coronel Andrés Avelino Cáceres y la otra al mando del Coronel Francisco Bolognesi. Al Capitán Valencia le toca estar al frente de la quinta compañía del Batallón 2 Ayacucho, cuyo jefe inmediato era el Coronel Agustín Moreno, pero estas tropas integraban la tercera divisón que estaba bajo las órdenes del que después fué héroe de Arica, Coronel Francisco Bolognesi.

El Capitán Valencia, que se encuentra empeñado en un combate con fuerzas enemigas que se batían en retirada a un poblado denominado Huarasina, recibe órdenes terminantes del Coronel Bolognesi en el sentido de que no permitía el atrincheramiento del enemigo en la aldea indicada y que tratara de desalojar, cueste lo que cueste, autorizándolo a que reuniese todas las tropas que pudiese para empeñarlas en tal acción, de la que dependía el éxito de la próxima batalla. Pero ya el enemigo estaba atrincherado en Huarasina y contaba con mayores elementos de los que disponía el Capitán Valencia; felizmente éste remplazaba su deficiencia numérica con el valor que supo comunicar a sus tropas y con el ejemplo que él dio ocupando los puestos de mayor peligro ante el ataque que requería su presencia frente a las tropas que comandaba.

Las circunstancias así lo exigian, Ney también en Waterloo se enfrenta a los cañones enemigos con la espada partida, sin sombrero, con una chatarrera menos, jadeante y polvoriento, preguntando a los artilleros ingleses si no había una bala para él. Pero las balas desviaban la dirección para no matar al héroe. Igual acontecía en Huarasina, ante el heroísmo de Valencia, que a la cabeza de sus tropas, avanza cada vez más contra la aldea y la incendia para desalojar al enemigo ocupante.

Llega hasta la tienda del primer jefe del Regimiento Segundo de Línea del ejército chileno, a quien el Capitán Valencia intima a rendición. Dos disparos de revólver al enemigo fueron el primer anuncio de la respuesta ofensiva que venía enseguida, pero las balas tan sólo queman las orejas del valiente jefe peruano que, antes de amedrentarse,  impone imperativamente rendición al enemigo y jactanciosamente y en tono despectivo y burlón, contesta “Chile es muy grande para que se rinda ante un enemigo de...”.

El Capitán Valencia, que estaba con la espalda desnuda, no puede consentir semejante ultraje, salta sobre el ofensor con la rapidez de un felino, valientemente, en forma inesperada para ambos, como movido por una corriente eléctrica. La escena se desarrolla en segundos,
fue la reacción de un valiente ante el honor militar ultrajado y la dignidad  de la patria, cuya integridad se estaba defendiendo. El comandante chileno se desplomó con el cuello herido por una estocada mortal. Era don Eleuterio Ramírez, jefe del Regimiento Segunda Línea del ejército chileno y Comandante en jefe de las fuerzas enemigas en Huarasina. Este espisodio que se realizó a las 3 de la tarde, preparó el éxito de la batalla  final que terminó a las siete de la noche del 27 de noviembre de 1879 en las alturas de Tarapacá.

De no haber sido eliminado el destacamento enemigo en Huarasina, por el arrojo del Capitán Valencia, otro hubiera sido el resultado final de la batalla, que en vez de victoria sería derrota.

El episodio en la aldea referida, acción digna de glorificar, no se redujo a la certera estocada del jefe peruano. Antes hubo un prolongado combate que duró horas y en el que mueren oficiales peruanos como Tafur, Marquesado y el subteniente Ponce, batiéndose bajo las órdenes inmediatas del Capitán Valencia. Culmina con la audaz acción de éste, porque a él se dirigió Bolognesi, conocedor de su arrojo y de lo que era capaz. No estaba equivocado el futuro héroe de Arica porque Valencia no sólo derrota a las fuerzas contrarias y toma el objetivo eliminando al jefe enemigo frente a frente, hombre a hombre, después de haber recibido de éste dos disparos a mansalva que contribuyen a enardecer aun más al valiente camanejo. 

Por esa acción de armas, el capitán Valencia es ascendido a Mayor, con éste grado pelea en la batalla de Tacna seis meses después (28 de mayo de 1880), donde su comportamiento es igualmente heroico, como lo prueba su nuevo ascenso después de esta batalla a la clase de Teniente Coronel de Infantería. Las fatigas de esta campaña minaron su organismo, sorprendiéndolo la muerte en la ciudad de Cuzco el 12 de abril de 1882 a la edad de 45 años, cuando aún el país estaba en plena guerra y su territorio invadido.

 El héroe José Camilo Valencia  dejó un hijo que residía en Lima, el Mayor de Infantería José Rudecindo Valencia, que también tomó parte en la indicada batalla al lado de su heroico padre, peleando con la clase de Sargento Primero; él quedó en protección de la espada gloriosa con la que su padre luchó en Huarasina, vengando el ultraje inferido a su patria dando muerte, en cambio, el enemigo.

LORENZO DE LAS LLAMOSAS

Nació en Camaná en la segunda mitad del siglo XVII, hacia el año 1665, hijo del Corregidor Luis de Las Llamosas. Los jesuitas ya establecidos en Arequipa, realizaban misiones a los corregimientos, como buenos educadores se dieron cuenta de éste muchacho precoz, determinando llevárselo con ellos a Arequipa. Aquí inicia sus estudios de latinidad y es trasladado después a Lima para estudiar letras en el real colegio de San Martín.

En éste centro de estudios de la aristocracia limeña, se destaca nuestro coterráneo en forma que sorprende por su talento clarísimo y una memoria asombrosa, que le permite dictar 7 poesías a la vez a 7 secretarios distintos, por lo que le dieron el apodo de “Caballero de las 7 plumas”. Su fama llega hasta el virrey don Melchor de Navarro y Rocafull, duque de Palata, que lo hacía objeto de grandes distinciones y afecto a pesar de que el estudiante camanejo tenía 20 años de edad. Luego viaja a Madrid y se alista como criado en la corte de Carlos V, sosteniéndose así bajo la protección del condestable de Castella y el Marquez de Jodar, a quien sirve como maestro de uno de sus hijos, su espíritu de bohemia lo aburre al fin de estar en condición de criado y resuelve luchar en el ejército, luchando con bravura contra los franceses en Cataluña, luego pasa a Italia y recorre Nápoles, Génova y Roma, de donde pasó a visitar las Cortes de Bélgica, Inglaterra y Portugal.

Fue autor de la obras “Destinos vencen finezas”, “Amor, industria y poder”, “Octavas reales”, “Demefonte y Filis”, “Pequeño Panegérico”, entre otros. Este prólijo y excelso poeta dio lustre a su tierra pródiga de encanto y belleza. Su inteligencia y fina inspiración lo consolidaron como uno de los mejores poetas del siglo XVII y de la historia republicana e independista del Perú, el mismo que ha quedado perennizado por siempre en sus sendas obras, testimonio vigente de su gran talento y capacidad compositiva.


DR.  NICOLÁS DE PIÉROLA FLORES.

Nace en Camaná el 11 de setiembre de 1778 y cuyo nombre original es José Nicolás Fernández de Piérola Flores del Campo. Hijo de don Pedro Fernández de Piérola y doña Pascuala Flores del Campo. Es preciso anotar que la tradición de llevar la preposición “De” o la contracción “Del” correspondía durante la dominación española a la gente de alcurnia; ocurrida la emancipación del Perú, los apellidos compuestos y los antefijos se suprimen voluntariamente, decisión por la que optó nuestro ilustre personaje, vivió en el sector del Monte o Huarangal, lugar donde pasó los primeros años de su vida.

Realiza sus estudios primarios en Arequipa en el colegio del Seminario, cuyo director de ese tiempo era  el obispo Chávez de la Rosa. Viaja a Lima en 1814 a estudiar Jurisprudencia en España y tres años después se gradúa de Abogado en la Real Audiencia de Sevilla a los 29 años de edad, abriendo su estudio, que fue prestigioso, deseoso de superarse y satisfaciendo su afición por el estudio de las ciencias naturales que lo atraen, se da tiempo para matricularse y seguir estudios académicos sobre esta disciplina científica especialmente en las ramas de química, mineralogía y botánica.

Dos años después de haber obtenido su grado profesional, es solicitado para desempeñar la cátedra de Legislación en la Universidad Central de Madrid. Su fama se abre paso no sólo en el foro y en la cátedra, sino que también es reclamado en la política, por eso al año siguiente, es elegido diputado a Cortes a raíz del restablecimiento de la Constitución de Cádiz de 1820. A principios de 1826 o sea después de 12 años consecutivos de permanencia en Europa, el doctor Piérola regresa al Perú, que ya se encontraba emancipado.

Establecido en Lima y conocidos allí sus méritos y competencias profesionales, la patria comienza a utilizar sus servicios y es elegido miembro del primer comité de la Junta Suprema de Sanidad y a su vez es nombrado sub director general de Minería y publica el diario científico “Memorial de ciencias naturales y de industrias nacional y extranjeras”.
ES ELEGIDO DIPUTADO POR CAMANÁ. Al término del gobierno de Santa Cruz se convoca a la elección de un congreso constituyente extraordinario en el que el Dr. Piérola es elegido diputado por Camaná, el mismo que es presidido por el Dr. Javier de Luna Pizarro.

Dados sus conocimientos adquiridos en España como ex-diputado, Piérola es designado secretario, siendo ambos representantes del partido liberal, el Congreso es instalado el 11 de junio de 1827, siendo el segundo del Perú independiente, elige de Presidente de la República al Mariscal La Mar y deroga la Constitución Vitalicia que impuso Bolívar.

PIÉROLA FUNDA EL PRIMER PERIODICO DIARIO DEL PERÚ
Durante cuatro años el Dr. Piérola no tuvo figuración alguna, debido al desastre de la guerra con Colombia por la derrota de La Mar en 1829 y la deposición de éste por Agustín Gamarra, quien asume el cargo en medio de un caos político, de sublevaciones y de irregularidades gubernativas, las cuales tampoco dieron un sólido soporte a su gobierno, tratando éste de conducir el estado con acciones, autoridades y de ipso. El Dr. Piérola, hombre de política avanzada, espíritu culto y ponderado, se da cuenta de la gravedad del momento político e histórico que vive la nacionalidad incipiente y la conveniencia y oportunidad de acudir en su ayuda y funda en Lima “El Telégrafo”, primer periódico diario que ha tenido el Perú.

PIÉROLA EJERCE SU PROFESIÓN EN CAMANÁ
El 15 de octubre de 1842, a los seis años de estar presidiendo el Congreso Sud peruano de Sicuani, se encuentra en Camaná ejerciendo su profesión de abogado, tiempo en el cual es elegido alcalde de Camaná. El año de 1845 se dirige a Lima, donde es nombrado por el presidente de la República Mariscal Ramón Castilla, director del Museo Nacional, cargo que desempeña hasta 1852 y en el que aprovecha para fundar otro periódico que intitula “El Ateneo Republicano”. Cuando Echenique asume el poder, nuevamente Piérola es convocado, esta vez como Ministro de Hacienda, realizando una proficua labor, obteniendo como resultado el ascenso de la riqueza fiscal, la consolidación de la deuda interna, la conversión de parte de ella en externa, la continuación de los trabajos del ferrocarril Arica-Tacna, la colonización y navegación del Amazonas, la vigencia del Código Civil en 1852 etc, etc, etc. Su actuación fue brillante, progresista y sobre todo efectiva.

El Dr. Piérola se casa con doña Teresa Villanueva Pérez, natural del distrito Andaray, provincia de Condesuyos, de éste matrimonio nacieron Manuel, Francisco, Carmen, Felipe, Amadeo, Carlos y Nicolás de Piérola Villena, notable estadista, que fue a la sazón dictador del Perú durante la guerra con Chile, fundador del partido demócrata y presidente constitucional de la República.
Frecuentemente se confunden padre e hijo con el homónimo y por haber sido ambos ministro de Hacienda, el padre en el gobierno del General Echenique y el hijo en el de don José Balta.

Un 24 de enero de 1857, fallece tan destacado hombre público, a la edad de 69 años, estando de presidente de la República su amigo y correligionario, el Gran Mariscal Ramón Castilla. Gracias al decreto 9999 sentenciado por el presidente Prado y propulsado por el camanejo Gorriti, se crean 5 distritos de los cuales uno lleva su nombre como testimonio de presencia y orgullo perenne de los camanejos.


JOSE MARIA QUIMPER Y CABALLERO

Nace en Camaná el 18 de setiembre de 1830 del matrimonio del Coronel Manuel Químper, con la señora Mercedes Caballero, en el caserío de Huarangal. Desde muy niño fue trasladado a la ciudad de Arequipa, donde cursó sus estudios primarios y secundarios, ingresando a la Universidad San Agustín muy joven, en tiempo en que era el rector el Deán Valdivia, quien apreciando los dotes del estudiante camanejo, lo nombró profesor de francés en la universidad cuando recién tenía 16 años, con un sueldo que le permitió sostener sus necesidades elementales. En 1850, cuando recién cumple los 19 años, se gradúa de Abogado, doctor en letras, ciencias políticas, jurisprudencia, teología. Con estos títulos ingresa de profesor al Colegio de la Independencia y es miembro de la Academia Lauretana.

En busca de más amplios horizontes, para sus inquietudes intelectuales, se traslada a Lima en 1855 como secretario del General San Román, estableciéndose en Lima de Abogado. Diez años actúa en Lima en el ejercicio de su profesión, acreditándose y prestigiando su Bufete que logra colocarse entre los primeros hasta que surge el conflicto con España y se traslada a Arequipa para tomar parte en la revolución que encabeza el prefecto Coronel Prado el 28 de febrero de 1865. Químper cuenta con 34 años de edad y ya era un liberal convencido de que había sentado su prestigio de fogoso periodista, oponiéndose a todo arreglo pacífico con España. Al asumir Prado la presidencia, designa a José Maria Químper como ministro de gobierno, el mismo que también era integrado por José Gálvez como Ministro de Guerra, José Simeón Tejada, de Justicia; Toribio Pacheco, de Relaciones Exteriores; Manuel Pardo, de Hacienda.

El doctor Químper, como Secretario de Gobierno, tuvo un loable desempeño; entre sus principales acciones destacan la regulación del orden público, en 1866 expide un reglamento orgánico de municipalidades, reglamentó la arquitectura civil y atendió la salubridad pública, implantó la navegación a vapor en los ríos de las montaña, reglamentó el censo de población, se preocupó por establecer el sistema métrico decimal, reglamentó los pesos y medidas, etc. Químper, luego de desempeñar sus cargos se retira 2 años de la política para volver en 1879 en las peores circunstancias para la patria. Pérdida de la campaña marítima con Chile y con ella el rico territorio de Tarapacá, se produce crisis económica en el gobierno de Prado, caen dos ministros de Hacienda, hasta que es llamado nuestro paisano en momentos tan difíciles.

Derrocado el régimen de Prado por la dictadura de Piérola de 1879, encontramos nuevamente a nuestro coterráneo, formando una comisión ante el General Cáceres, para que reconociera el gobierno de García Calderón, lo que finalmente se consiguió.

Después de la batalla de Lima y la toma de Lima por el invasor, los chilenos enviaron a Químper como desterrado político, sin embargo a su retorno forma el partido liberal y es elegido Diputado por tres provincias. Pero él, camanejo ciento por ciento, optó por la representación por Camaná, la tierra donde había nacido e ingresó a la Cámara en las filas de los liberales avanzados.

Como congresista, Químper fue ferviente luchador, docto en los temas en debate, sus argumentos por lo general eran difíciles de rebatir, siendo parte de la minoría en el gobierno de Cáceres, del que sólo pudo salir mediante la fuerza pública, atropellando sus derechos de congresista. La oposición del líder demócrata Químper, a quien se le atribuye la frase “De qué se trata, para oponerme” sólo sirvió para dar gloria a la tierra en que naciera y para adquirir como orador un prestigio que todavía nadie ha superado.
Luego de retirarse de la política, Químper se dedicó a la labor de publicista y escritor. Entre las principales obras que publicó están “Derecho político general”, obra elogiada por jurisconsultos de Europa y de América; “El liberalismo”, obra de carácter doctrinario que dedicó a la juventud, “Las propuestas de los tenedores de bonos”, “Apreciaciones e indicaciones políticas”, entre otros.

Además de las publicaciones de dichas obras fundó el periódico “Los amigos del pueblo”. Como leal y auténtico camanejo, quiso establecer un colegio de instrucción secundaria, en memoria de su hermano fallecido tempranamente, Ricardo Quimper, que luego fue instaurado en la capital. Muere el Dr. José Maria Químper el 4 de junio de 1902 en Lima. Resumiendo el paso de su vida por esta tierra, en el soneto que acicló Villarán, lo dedicó al partir de la misma:

“La enseña bicolor está de duelo
y de duelo también está la ciencia
 no existe el liberal por excelencia                                                    
  el genio que cual águila alzó el
 vuelo”.




JOSÉ SEBASTIÁN BARRANCA LOVERA

Nació en Acarí, circunscripción de la antigua provincia de Camaná el 27 de febrero de 1830, hijo de don José Manuel Barranca y de doña Isabel Lovera, de nacionalidad española, a la edad de 6 años fue trasladado a la ciudad de Ica, aprendió a leer bajo la dirección del maestro de escuela del pueblo Santiago, Don Domingo Bóveda. Al cumplir los 16 años llega a Lima, en 1846, después de haber cursado sus estudios secundarios en el colegio de Ica. En Lima ingresa al colegio de don Manuel Suero ubicado en la calle de Los Descalzos. En 1860 se gradúa de doctor en ciencias; su inquietud por saber lo hizo aprender y dominar ocho idiomas: castellano, latín, quechua, griego, aymara, francés, alemán e inglés.

Esto le permite ocupar por concurso el profesorado de griego y alta latinidad en el Colegio Nacional de Guadalupe, donde también se encargó de la Biblioteca de la institución, acrecentando aun más su cultura. Desempeñó la cátedra de Historia Natural en la Facultad de Ciencias. En 1869 se le nombra director del Museo de Historia Natural, que era nominal, y Barranca fue prácticamente el que lo incrementó, clasificó y organizó en forma científica.

Desdoblada por ese tiempo la cátedra de Ciencias Naturales, se le encomienda al Dr. Barranca la cátedra de Geología, en cuyo desempeño alcanza el más grande de sus éxitos.  Sus obras de consulta eran célebres alemanes que él traducía admirablemente, proporcionándoles a los alumnos los apuntes de sus lecciones.

Al año siguiente 1872, el gobierno lo nombra naturalista y químico del Ministerio de Hacienda y Comercio; el 9 de mayo de 1876 se le nombra profesor de Metalurgia General en la Escuela de Ingenieros de Lima. El 3 de mayo de 1881 la Facultad de Ciencias le encomienda la cátedra de Química Analítica y el Ministerio de Instrucción lo nombra profesor de Química en el Colegio de Guadalupe. Estudió Medicina, pero no quiso recibirse de Médico, porque la enseñanza de la juventud le atraía y quiso dedicar su ciencia y su vida al servicio de ella, por eso no sólo trabajó de profesor y de catedrático en la Universidad y Colegios de Ingenieros de Lima, sino también en planteles de Ayacucho y Huancavelica, enseñando Francés, Griego, y Latín, y por enfermedad del titular de Matemáticas, enseñó Álgebra, Trigonometría y Geometría en la Escuela de Ingenieros de Lima.
Este hombre maravilloso dormía como Edison de 3 a 4 horas diarias.  Nuestro paisano tenía un continente de sabiduría, versado en Geología, Mineralogía, Paleontología, Botánica, Matemáticas y Astronomía, etc., comprometía el respeto y admiración de quien lo contemplaba “alto, macizo, de lentísimo andar, esmeradamente limpio, en paupérrima sencillez- en sus cursos era parco en el decir y bondadoso; si carecía de brillo y elegancia en sus explicaciones, era en cambio, profundo y se esforzaba para que todos lo entendieran y dejaba ver su enorme bagaje de conocimientos.

  Dicen que no se enfadaba nunca y que a la audaz salida del alumno que no sabía contestar, el sabio sonreía y alentaba al joven para que estudiara con amor, trocando lo árido en agradable. Barranca demostró también su gusto literario y poético, ya que se encargó de la traducción del quechua al castellano del drama “Ollanta”, cuyo trabajo dio a conocer muchos años de labor paciente en 1868.

El sabio Barranca publicó muchos trabajos, pero la mayoría de sus obras está inédita y podría constituir varios volúmenes de las más variadas actividades intelectuales dado su talento polígrafo y su acucioso espíritu de trabajo.
El Dr. José Toribio Polo, señala que nuestro coterráneo Barranca descubrió algunos ácidos extraídos de vegetales de nuestras montañas, que clasificó  algunas especies vegetales de nuestra puna y que colaboró en varias revistas nacionales y extranjeras, en especial de Berlín, cuya lengua dominaba; al respecto, el profesor alemán Kremplhuber, denomina una especie nueva con el nombre de lecidea Barranca en honor del sabio peruano.
Barranca fallece el 4 de diciembre de 1909, estando en Lima.


NICANOR SANTOS PALOMINO.

Nació en Jaqui, antiguo distrito de la circunscripción territorial de Camaná, del matrimonio de Juan Pedro Palomino y la virtuosa matrona doña María Aranguren. Sus estudios secundarios los cursa en Lima, ingresando después al Seminario de Santo Toribio, atraído por la vocación sacerdotal, llegando a ordenarse el 13 de marzo de 1875.

Dadas sus singulares dotes magistrales, nuestro paisano es designado por sus superiores para que enseñe Matemáticas en el mismo Seminario, docencia que se prolonga hasta 1881. El 25 de marzo de ese mismo año ingresa a la  Compañía de Jesús como uno de los soldados de san Ignacio, profesando el 8 de setiembre de 1892. Estuvo inspirado el padre Palomino al incorporarse a la Orden de los Jesuitas, pedagogos por excelencia desde el tiempo de la Contra Reforma, quienes valorando sus dotes singulares para la enseñanza, le encomiendan las asignaturas de Filosofía y Teología en el Noviciado de Pifo (Ecuador), donde permanece hasta 1898 que se establece en el Colegio San José de los PP Jesuitas de Arequipa.

El Palomino viene por primera vez a esta ciudad y a él se le encomiendan las asignaturas de Filosofía y Matemáticas.  Fue muy culto y virtuoso, modesto hasta la humildad, cuando se pretendía besarle la mano, presentaba una medallita que llevaba en el cinto.
Doctor y sabio consejero debido a su profundo conocimiento de la vida, lo que le permitía acertar siempre con sus consejos. Expuesto por medio de su palabra fácil y persuasiva, poseedor de una gran cultura científica, su ingenio brilló como maestro, filósofo y teólogo, por eso el obispo Olguín lo tuvo como consejero debido a esas cualidades y a su don de prudencia.

Durante 30 años tuvo a su cargo los sermones para caballeros en la Iglesia de la Compañía de esta ciudad,  que por la profundidad del concepto, la sabiduría del   contenido y la elocuencia en la forma, se hicieron famosas durante seis lustros.  Fue el primer jesuita que murió en Arequipa en olor de  santidad, por eso las personas que lo conocieron y principalmente la pléyade brillante de discípulos que formó, se disputaban trozos de su vestiduras para conservarlas como reliquia.



DR. JOSE GRANDA ESQUIVEL

Nació en Camaná un 26 de marzo de 1835, del matrimonio de don José de la Granda con  doña Juana Esquivel, fue cuarto hijo de éste hogar y el único varón; dio desde su infancia pruebas de su gran talento a pesar de que su padre murió antes de que él naciera, su madre viuda hizo un esfuerzo y lo llevó a Lima, donde ingresó a los colegios de Noel y Zapata que por entonces eran los primeros, cursando en ellos sus primeros estudios, pero el pequeño José daba cada vez sorpresas por su gran talento, resolviendo su señora madre darse íntegra ante el propósito de proporcionarle a su hijo una educación esmerada, y apenas cumple los 11 años lo envía a Europa en 1846. 

Ingresa en Burdeos en un colegio particular y al año siguiente es trasladado a Inglaterra, radicándose en la ciudad de Windsor, donde cursa sus estudios en el Colegio de Bylis Hause, adquiriendo los primeros conocimientos en Matemáticas, Ciencias y Lengua, que determinaron el derrotero de su vida consagrada a las ciencias y a la enseñanza.  Tres años después, en 1849, resuelven trasladarlo a España y aquí sigue sus estudios en el Real Seminario de Vergara, siendo cada vez más promisorios los resultados obtenidos, despertando a los suyos el interés por cultivar su gran talento.

En 1851 viaja a París y al año siguiente ingresa a la Escuela Central, aquí concluye sus estudios de Ingeniero Civil en 1855 cuando apenas había cumplido los 20 años, radicándose en la capital francesa hasta 1859 y ejerciendo su profesión con éxito.

Coincidió esta situación con el propósito del gobierno del Perú de establecer en Lima una Escuela Normal Central, con cuyo objeto destacó a Europa una comisión para contratar a los mejores profesores del continente. Por suerte, los comisionados dan con nuestro paisano Granda y lo contratan como Profesor de Matemáticas, recuperando de éste modo al Perú a uno de sus ilustres hijos, que de otra manera lo habría perdido por falta de campo de acción en su patria para los hombres de ciencias de esa época.

A esta feliz circunstancia debemos que en 1860 tengamos a nuestro coterráneo Granda de director de la primera Escuela Normal Central que se estableció en Lima.  No satisfecho con el gran acervo cultural que trae de Europa, sigue sus estudios de ciencias en la Universidad de San Marcos, con tan brillante éxito que se gradúo  de doctor en ciencias y en 1866 se le nombra catedrático titular de Matemáticas Trascendentales de la universidad más antigua del  continente.
Diez años después en 1876 lo encontramos como profesor principal de la Escuela Especial de Construcciones Civiles y de Minas y miembro del Consejo Superior de Instrucción Pública.

Por esos tiempos asume la alcaldía de Lima don Manuel Pardo y forma una junta de los hombres más destacados de la capital, que la llamó LA JUNTA DE LOS CIEN, entre los que se encontraba el Dr. José Granda y se le encomendó una de las inspecciones más importantes por la laboriosidad y responsabilidad que requería, como era la de instrucción media.

  Cuando más tarde se encomendó la instrucción a los colegios departamentales, se designó al Dr. Granda para que desempañara el cargo de Inspector de Instrucción Primaria; en 1877 funda “El Instituto Científico”, del que era propietario y en el que puso en práctica toda su experiencia adquirida en sus largos años de los servicios prestados a la nación.  Este plantel dio brillantes promociones para la universidad, la Escuela de Ingenieros, las casas comerciales y empleados para la administración.

Fue socio fundador de la Sociedad Geográfica, de la Beneficencia Pública de la capital y socio fundador de la Unión Católica del Perú, y en los años 1909 y 1910 fue director de la Escuela de Ingenieros de Lima.
Dedicado por entero a la enseñanza, escribió varios textos para uso de la juventud estudiosa, tales como Aritmética práctica demostrada y comercial, Álgebra, Trigonometría, Historia del Perú por el método Zala y otras, además de sus lecciones de las cátedras que regentaba, habiendo servido al país 38 años dedicados a levantar el nivel cultural de la República.

Formó en Lima, nuestro paisano, una familia de brillantes intelectuales, uno de sus hijos, José Granda, fue Vocal de la Corte Superior de Lima y después Presidente de la Corte Suprema, y otros hermanos de él fueron médicos, ingenieros y catedráticos de la Facultad de Ciencias, en San Marcos.

Murió en el año de 1911 a la edad de 76 años.  El gobierno, en su honor, ha dado su nombre a un Colegio Nacional y a una Escuela Fiscal de Lima, en Camaná la calle de ingreso al sector urbano provenientemente de Arequipa lleva su nombre.

 DR. JOSÉ MARÍA MORANTE MALDONADO

Nació en Camaná el día 7 de octubre de 1893 en la casa ubicada en la denominada entonces calle Puente Bolognesi  N° 200-202 (hoy jirón Comercio 302), después de hacer su información en el Colegio Nacional de Guadalupe en Lima, cinco años interno, sirvió desde adolescente casi veinte años a Camaná como maestro primario y fundador del deporte en 1917, hasta que el año de 1935 se traslada a Arequipa, en la que trabaja como cronista del diario católico “El deber”.

 El 31 de marzo de 1936, se inicia oficialmente como periodista, actividad que le abre las puertas de sus triunfos futuros, de sus tiempos futuros, de sus vinculaciones con los historiadores de entonces; dos meses después ingresa a la universidad y sus vinculaciones se multiplican aun más. Ya no sólo es el periodista, sino también es el universitario, es así que se relacionan con célebres personajes, tales como Dr. Francisco Mostajo, el historiador Santiago Martínez, el arqueólogo Ms Leonidas Bernedo Málaga, el presbítero Mariano Cárdenas Paz, el historiador Víctor N. Benavente, el Dr. Manuel Suárez Polar, entre otros. 
Este último, observando las dotes intelectuales de nuestro coterráneo, lo nombra conservador del Museo Arqueología de la Universidad San Agustín y el rector Carlos B. Gibson lo nombra más tarde Catedrático de Historia General de Arte. Morante estando a cargo del museo logró su organización e incremento, gracias a las esculturas que trajo de Lima, representativas de Arequipa, las mismas que fueron exhibidas en la exposición de París y al apoyo brindado por Isaías Mendoza del Solar para que Morante cumpla con tales propósito al hacer construir el Pabellón de la Cultura y dar preferencia a las salas de Arqueología.

Morante continúa sus actividades en el diario “El deber” hasta que un día del año 1936, el director le encomienda entrevistar al padre Víctor N. Barriga, religioso mercedario, aunque la primera entrevista no fue muy grata, dado el ímpetu y acuciosidad del camanejo por saber más, consiguió finalmente ganar su amistad.

El padre Barriga no solamente era un pródigo historiador, sino que sus vinculaciones le permitía el acceso al archivo de Sevilla, en el que se consignaba toda la información, sobre los hechos acaecidos en la colonia, lo cual le permitiría estar informado mejor que nadie sobre la documentación histórica de Arequipa y por ende de Camaná.

 Esta relación contribuyó enormemente para que Morante pudiese configurar los hechos históricos de nuestra provincia, ya que como el mismo  refiere, tuvo un inconveniente serio en el proceso de elaboración del texto, que fue superado con la ayuda del padre Barriga, quien, dada su influencia de notable historiador e ilustre personaje, conduce a Morante al Archivo del Cabildo que se guarda en la Tesorería de la Municipalidad de Arequipa, en una enorme caja de fierro al que solo se podía acceder con licencia del alcalde y con el control de un empleado municipal, allí Morante encontró los libros de actas de las sesiones de Cabildo durante la colonia, libros con hojas de pergamino amarillas que contenían todos los acontecimientos comunales de Arequipa y sus corregimientos durante tres siglos en escritura paleográfica, evento que propició la culminación del legado histórico que él nos dejó.

Podemos recordar al Dr. Morante a través de su obra como hombre multifacético, deportista y promotor del deporte, a su vez como destacado periodista que polemizó con altura y en todo momento defendió y exaltó Camaná, así como enalteció y demostró la valía de personajes como Lorenzo de las Llamosas, poeta y prosador, tema que versó su tesis para obtener su bachillerato en letras, así mismo como historiador y arqueólogo hizo valiosos aportes en diversos Congresos y actividades sobre Historia y Arqueología.

José María Morante, padre ejemplar de seis hijos, fallece en Lima a la edad de 83 años un 4 de enero de 1975. Ilustre hombre, cuya modestia y sencillez deja traslucir en la redacción de su texto cumbre “La Monografía de Camaná”, cuando se interesa porque su publicación llegue a la mayor cantidad de lectores camanejos, siendo exiguo lo que para él le ofrecían como premio y un segundo lugar al presentar su laboriosa obra, en uno de sus párrafos señala “ojalá que éste trabajo sea apreciado con bondad, críticas habrán por los defectos que se advierten en toda obra humana”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario